La suspensión de clases presenciales ante la pandemia ha significado la adopción de medidas urgentes e inmediatas sin que podamos hablar de la existencia en diversos países de una política pública al respecto, para atender la enseñanza mediante la utilización de diversos formatos y plataforma a distancia independientemente de que muchos sectores sociales no cuentan con conectividad o soporte tecnológico.
En México, de acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de los estudiantes de 15 años que tenían acceso a dispositivos digitales en el hogar durante 2018, 57% tenían computadora, 68% conexión a internet y el 29% a un software educativo. En consecuencia, la desigualdad en el acceso a los servicios educativos por vía digital hizo patente las brechas en el proceso enseñanza aprendizaje y, por tanto, en la recepción del conocimiento y la inclusión social.
La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2020, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México hay 80.6 millones de usuarios de internet, lo que representan el 70.1% de la población de seis años o más, y 20.1 millones el número de hogares que disponen de internet (56.4%), en tanto que hay 86.5 millones de usuarios de teléfonos celulares; el 76.6% de la población urbana es usuaria de internet, en tanto que en la zona rural es del 47.7%; de los hogares del país, 44.3% dispone de computadora y 92.5% cuenta con al menos un televisor.
Es clara la desigualdad educativa puesto que a partir del momento en que se suspendieron las clases presenciales, las niñas, niños y adolescentes de los hogares sin conectividad o tecnología no pudieron tomar clases.
A lo anterior se sumaron la urgente necesidad de replantear el proceso educativo en cuanto a su metodología, diseño curricular, materiales educativos y plataformas; la implementación de formas aprendizaje alternativas mediante el uso de la tecnología, enfrentar el analfabetismo digital en maestros, padres y alumnos, así como atender los problemas que representa el proceso de evaluación y supervisión del aprendizaje.
En una situación de alerta como la actual, la educación es un salvavidas para los niños y las niñas.
Las rutinas escolares les proporcionan la estabilidad y el orden que les ayudan a afrontar la incertidumbre. Además, la escuela puede ser fuente de aprendizajes valiosos sobre salud y prevención de riesgos y, en colaboración con las familias, puede ayudar a canalizar las emociones de aquellos niños y niñas que se han visto expuestos a informaciones inapropiadas para su edad.
Referencias
Perseo . (2020). La educación en tiempos de pandemia. 2/12/2021, de Unam Sitio web: http://www.pudh.unam.mx/perseo/la-educacion-en-tiempos-de-pandemia/
Unicef . (2020). El nuevo coronavirus y el derecho a la educación. 2/12/2021, de Unicef Sitio web: https://www.unicef.es/educa/blog/nuevo-coronavirus-derecho-educacion
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